El verdadero ser no debería transformarse, aun así, es obligación
de cada persona crecer, evolucionar a un mejor ser cada día que se vive, las
experiencias de la vida están para convertirnos en un ser superior al que ayer
fuimos.
Tantos escritos con este tema que andan por ahí, que podría
decirse que se contradicen o que más bien cada quien toma el que le acomoda,
porque todo el que escribe algo lo hace desde su punto de vista o experiencia y
por tanto, quien tenga una opinión parecida o se identifique va a confirmarlo. De
seguro han leído o escuchado cosas como, somos
quienes somos desde el día que nacemos, o que nuestras personalidades están pre definidas por genética, divinidad,
o lo que sea. Dicen también que el carácter
se forma o se hereda. Otros dicen que nadie
cambia, que las personas solo aprenden a manejarse. Otros dicen que los cambios surgen cuando las personas
sufren. El punto es que muchos de estos dichos, en mi opinión, son una
serie de absolutismos, frases de la vida para poder darle sentido a las cosas
que algunos no entendemos o quizás para poder colocar etiquetas a las personas
que se cruzan en nuestros caminos, sí, eso nos encanta, “etiquetar personas”.
Bueno, pero fuera ya del preámbulo, el tema viene por una
frase que escucho frecuente en personas que ya deberían tener cierta
experiencia en la vida y por supuesto saber utilizar el sentido común antes de
decir cosas como: “toda la vida he sido así y no voy a cambiar”, “el que me
conoció así que no venga ahora a querer cambiarme” y una muy usada ¿“por qué si
sabes que siempre he sido así, ahora te molesta”?. Si, puede que dependiendo
del contexto estas frases podrían tener validez, pero… y con un PERO bien
grande… Esto son solo muletillas que utilizamos para justificarnos cuando otra
persona nos demuestra su desapruebo, con pechito elevado, inflado de ego, como
si decir esas palabras nos libraran de toda culpa “soy así”, que interesante
sería que cada vez que un adulto bien grandecito ya, saltara con esa frase,
apareciera de la nada uno de esos luchadores de lucha libre desde la tercera
cuerda y los aplastara hasta que se queden sin aire para volver a
repetirlas!!!... (Creo que la influencia de la película Veneno se ha apoderado.)
Continuando con el escrito, reflexionando en algunos puntos,
lo primero es que la personalidad de un niño pudiera estar pre definida desde
que nace, pero los niños son esponjas de la vida que los rodea, su personalidad
tomará la forma de quien o quienes estén a cargo de su vida y bienestar, y
sobre todo su carácter, el cual se forja de acuerdo a la educación y los
ejemplos que tenga durante su crecimiento. Resulta sumamente importante el
ambiente en donde se desarrollen los niños para que cualidades como la buena educación,
la disciplina, el respeto, la responsabilidad, entre otras, sean forjadas en un
ser humano de la manera correcta, pero no solo estas, otras también son
importantes y a veces no nos damos cuenta, y por esto quizás se desarrollan
solas y de adultos no logramos saber controlarlas o moldearlas, resultando al
final una traba para nuestra correlación con los demás. Estas son la empatía, el amor, la tolerancia,
el orgullo, la honestidad, la coherencia y la bondad, entre otras. Aunque
creemos que todo esto lo enseñamos a nuestros hijos, o quizás que lo hacen en
las escuelas, resulta que parte importante para el desarrollo correcto de los
mismos está en el ejemplo y la comunicación. Y eso, es muy improbable que lo
estamos haciendo correctamente, aunque resulte molesto mi comentario, es la
realidad, decimos que enseñamos a nuestros hijos a ser honestos, que con
decirles que no deben robar, o que no pueden decirnos mentiras pues ya enseñamos
correctamente, pero ¿el ejemplo qué?, “no puedes mentir, eso no está bien” y a
los diez minutos le decimos a ese mismo niño que le diga a quien llamó al teléfono
que no estamos en la casa (estando ahí), aunque parezca estúpido, ese detalle
ahí queda marcado para la formación de ese individuo, y luego, cuando sea un adulto,
no te imaginas en lo que eso puedo convertirse.
Por otro lado, el ser humano al pasar los años por
naturaleza debe evolucionar, las experiencias vividas deben dejarnos por
inercia alguna enseñanza y por ende un ajuste en nuestros comportamientos,
visiones y manera de vivir. Desde pequeños escuchamos a nuestros padres decir quiénes
somos o vamos a ser en un futuro, inclusive con esa mirada y dedo levantado
como si estuvieran viendo nuestro futuro en una bola de cristal, esto no solo
nos sentencia de por vida a ser lo que ellos con sus palabras nos definieron,
si no, que nos marca con un sello con estaca de hierro y no nos permite por un
segundo del resto de nuestras vidas, creernos que somos capaces de ser
diferentes a eso. El individuo que por lo menos cada 4 años no haya realizado
un ajuste en su vida, pues no evoluciona, y si no lo hace así quiere decir que
no crece, que no madura, que no aprende. Yo quiero pensar que a estas alturas
de la vida sabemos que todo eso que nos hicieron creer no es así, quiero
entender que lo que pudiera estar pasando es que no nos damos cuenta y nos
quedamos con ese chip en el cerebro de que “somos así y así somos” y nos es difícil
ver que sí hemos cambiado o evolucionado. Ejemplo, que aunque seamos “orgullosos”,
no quiere decir que la manera de expresarlo, de manejar nuestro orgullo sea la
misma con 20 años que con 35, además, que la persona que tienen 6 años viviendo
con nosotros, es probable que por igual haya evolucionado, y su manera de
recibir o reaccionar a nuestra orgullosa manera de comportarnos, ya no sea la
misma. Que podemos ser capaces de entender esos cambios y poder reaccionar a
ellos. Cuantos malos entendidos nos evitaríamos si cada vez que surgiera un
inconveniente por alguna actitud que desagrada a otros, nos detuviéramos a
reflexionar la situación y no a actuar de impulso o de manera testadura y decir
“soy así”.
Nos resistimos a aceptar que sufrimos cambios, a ese cambio
se le llama evolución, y por desgracia, en nuestro desarrollo desde niños nadie
nos enseñó que esto pasa, nadie nos mostró la manera correcta para desenvolvernos
ante los demás cuando quizás no compartimos los mismos puntos de vista; nos
enseñan a sumar, a restar, a utilizar los cubiertos en la mesa, hasta nos
enseñan fervientemente los colores de la bandera, ¿pero quién nos enseña a
convivir?, ¿quién nos enseña que detrás de los valores de un ser humano es
importante que exista la coherencia entre lo que decimos que somos y lo que realmente
hacemos?, ¿quién nos muestra que son las consecuencias o a aprender a
afrontarlas? fuera de un “castigo” por no querer hacer una tarea; ¿quién nos enseña
a convivir en pareja? si cuando convivimos como hermanos decimos que es normal
la pelea, los insultos, las burlas y el escuchar decir “tu hermano es así o no
le gusta esto, así que no lo molestes”, o escuchar de nuestros padres cosas
como “porque yo dije y punto!”, cuando osamos preguntar la razón por la que no
nos dejan tomar una decisión propia sin ninguna explicación justa. Creemos que
a los hijos no se les deben dar explicaciones de nuestros comportamientos o decisiones,
y no nos damos cuenta lo equivocados que estamos, es MUY necesario que nuestros
hijos aprendan a razonar, y para eso necesitan entender nuestras razones!. Los absolutismos, las reglas trazadas por X en
algún lugar de la vida, el que los mayores son los que saben siempre que es lo
mejor, todo eso es parte de la razón por la que cuando crecemos carecemos de
ese sentido común para poder tomar decisiones, de la falta de coherencia entre
el decir y el hacer, y sobre todo para la tolerancia y empatía que nos
permitirá comprender y aceptar a los demás.
Y aunque no parezca el mismo tema del que estoy conversando
desde un inicio, créanme que si lo es, así como buscamos y esperamos que otros
nos toleren como somos, debemos aprender a respetar que no es una obligación que
el otro lo haga, y que si hacemos daño con nuestro comportamiento, si estamos
causando una ruptura en alguna relación, pues debemos parar y evaluarnos, si no
podemos hacer nada al respecto, pues lo más adecuado es alejarnos, aunque lo
ideal sería que nos sirva de aprendizaje para evolucionar y lograr ese punto
medio donde ambas personas pudieran convivir.
El objetivo de este escrito no es insinuar que debemos
cambiar por o a favor de otros, que debemos dejar de ser quienes somos, no, el
objetivo es que podamos identificar que es posible que ya no seamos las mismas personas
de hace 5 o 10 año, bueno, posible no, estoy casi segura, y si aún se
encuentran en ese estado de negación, pues que es hora de que despierten y
comiencen a ajustarse a su nuevo YO. Y más importante aún, el objetivo es que,
si somos padres, comencemos cambiando ese chip que nos implantaron a nosotros
en la crianza, e iniciemos a hacer ajustes en la crianza a nuestros hijos, que
abramos un poco nuestras mentes y les enseñemos, con ejemplos, a distinguir los
cambios, a aceptarlos y sobre todo a buscarlos, siempre y cuando sea para
crecer y ser mejores.
Si, sé que del “dicho al hecho hay mucho trecho”, y que es
muy bonito todo cuando se dice que hacerlo; de todas maneras, piensen cuantas
separaciones nos pudiéramos evitar, cuantas enemistades, cuantas lágrimas y
corazones rotos nos ahorraríamos si comenzamos, como padres, a formar personas
con una mayor apertura a la tolerancia, a la empatía, al respeto, con coherencia,
y sobre todo a la evolución (el cambio). Tratemos de ser menos SOY en perpetuo
y con un solo molde, y vamos a moldearnos y ser más abiertos a otras
posibilidades.
Be Happy! J
JPL
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